CAPITULO  1
LAS AVENTURAS DEL ALMIRANTE BYRD
(Civilizaciones  subterráneas)

El Almirante Richard Evelyn  Byrd, (1888-1957),  de la Marina de los Estados Unidos, estando al mando de los asuntos antárticos de su país  y después de haber realizado múltiples exploraciones marítimas y terrestres en la antártida, así como de haber sobrevolado en varias ocasiones el Polo Sur y el Ártico, tuvo una interesante experiencia cuando contaba con sesenta años de edad.

A bordo de un navío de exploración, llamado el rompehielos  “Glacier”, se adentró a principios de 1949 por el Mar de Ross y penetró por la región comprendida entre los  Montes Horlick y la cadena de la  Reina Maud (montes Transantárticos) y fue sorteando innumerables iceberg y masas de hielo en un estrecho camino, hecho dificilísimo, por ser la época de los deshielos.

Desconociendo la zona y con afán desmesurado de aventuras y exploraciones, Byrd y los tripulantes, comprobaron que siguiendo esa difícil vía marítima, se aproximaban al Polo Sur.  Según avanzaban, esa ruta marítima se hacía más laberíntica y desconocida. Pero poco a poco, penetraban por profundos y enormes desfiladeros que apenas les permitían ver el cielo azul, de pleno día.

Sobrecogidos por ese espectáculo natural y cada vez más "rodeados" por el hielo, penetraron en un banco de espesa niebla.  Después, saliendo ya de los cañones, descubrieron un mar tranquilo y hasta mas cálido. Según sus cálculos precisos, estaban en el medio del Polo Sur.

Pero Byrd, que había volado en años anteriores, el Polo Sur y no había visto un mar de esas características y solamente zonas montañosas, cubiertas de hielo y nieve.  La sorpresa fue mayor aún, cuando divisaron tierra firme con vegetación tropical, escuchando el canto de aves multicolores, en un lugar donde solo había una planicie montañosa de unos dos mil ochocientos metros de altura, sobre el nivel del mar.

Byrd, no encontró sentido ni razón, a lo que sus ojos veían.  Tuvo miedo, un miedo ancestral lo dominó.  Y al cabo de cuatro días de exploraciones por esas extrañas tierras y tranquilas aguas, regresó sobre la misma ruta que lo había llevado a ese paradisíaco lugar.

Cuando posteriormente, el Almirante Byrd, informó a sus superiores de tal experiencia y después que estos escuchasen su relato y el de toda la tripulación, llegaron a la conclusión que Byrd y sus tripulantes, habían sufrido una especie de alucinación colectiva, por el frío reinante y la soledad que soportaron y cerraron el caso, con gran escepticismo.  Los Altos Mandos de la Marina Norteamericana, no le dieron mayor interés a este asunto, pero exigieron  un “Secreto de estado”, a todo cuanto les había sucedido, al Almirante Byrd y a los Oficiales y Marineros del “Glacier”.

Pensemos nosotros que el Almirante Richard Evelyn Byrd y los tripulantes del “Glacier” habían llegado a conocer las Entradas Polares, sin ninguna duda al respecto.  Este hecho ocurrió un día 10 de febrero de 1949.

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