LAS  CUATRO SENDAS DEL CHAMÁN 
    El sanador : 
      El arquetipo del sanador es  una estructura mítica universal, que experimentamos todos los seres  humanos.  Entre las culturas indígenas el  sanador representa el principio de prestar atención a lo que tiene corazón y  sentido. 
      Tradicionalmente se reconoce  que el poder del amor es la fuerza curativa más importante que disponemos los  seres humanos. Por eso los sanadores eficaces, de cualquier cultura son los que  abren sus brazos al amor, es decir, al reconocimiento, a la aceptación, a las  cosas válidas y a la gratitud.  Como  también tienen una pericia natural para practicar el arte del reconocimiento.  Reconocen plenamente que los mayores rencores, sólo son amor no expresado. 
       
      La importancia del corazón: muchas culturas aborígenes creen  que el corazón es el puente entre el Padre Cielo y la Madre Tierra. Estas  tradiciones describen el corazón de cuatro compartimientos, como pleno,  abierto, claro y fuerte. Por eso debemos comprobar su estado, preguntándonos: ¿  Tengo hoy el corazón pleno, abierto, claro y fuerte?  
      Nuestro corazón físico  trabaja pausadamente y lo hará hasta el día que mueras. No se cansa porque cada  latido incorpora una fase de descanso.   Por eso cuando hablamos del corazón en un sentido mas amplio, la idea de  un ocio vivificante siempre está presente. No olvidemos que situar el ocio y el  descanso en el centro de nuestra vida es lo que nos permitirá mantenernos  jóvenes.  Por lo tanto el ocio no es un  privilegio sino una virtud. No es el privilegio de unos pocos que pueden  permitirse tener tiempo, sino la virtud de todos los que están dispuestos a  conceder tiempo a lo que lleva tiempo: dar a cada tarea el tiempo que necesita. 
      Para mantener sanos los  cuatros compartimientos de nuestro corazón, debemos explorar y abrirnos a los  distintos tipos de amor universal: Amor entre compañeros y amantes; padres e  hijos; colegas y amigos; a uno mismo; amor profesional entre maestro y  estudiante; terapeuta y cliente; amor espiritual. 
      Todos estos tipos de amor  son puertas que nos permiten acceder a la sanación. Una visión equilibrada de ello nos invita a un viaje hacia la totalidad. . . . que dura toda la vida. 
       
      El principio de reciprocidad:  La sanación implica la capacidad de dar y recibir equilibradamente y la habilidad de conectar. Logrando este equilibrio, mantendremos una justa  relación con la Naturaleza  y por ende una justa relación con nuestra propia naturaleza.  De ésta forma sería mas fácil mantener  nuestra salud y bienestar.  
      Dice María Rainer, en una de  sus poesías selectas: “El amor consiste en esto: que dos soledades se protejan,  se toquen y se saluden mutuamente” 
       
      Herramientas de poder del sanador:   Los bálsamos que utilizan los indígenas y el sanador habilidoso, son el viaje con tambores, la meditación tumbada, el trabajo de acunar y contar  historias.  Las culturas indígenas  reconocen que contar historias puede reformar la experiencia de un individuo,  su historia personal.  Muchos chamanes y  curanderos son narradores consumados. Se les suele llamar” los que cambian de  forma”, pues a veces, hasta incluso cambian su propio aspecto físico. 
      El trabajo del viaje y el tambor:  Es una práctica chamánica, que nos permite acceder a  la información que emana de nuestro  Yo  Sagrado o Divino.  El tambor es la  imitación humana de los latidos del corazón.   Gracias a la guía sonora (ritmo rápido de tambores, generalmente entre  cuatro y siete ciclos por segundo), se entra en un estado alterado de  conciencia. Cuando nos embarcamos en un viaje de este tipo, nos abrimos a la  posibilidad de apartar los obstáculos y todo aquello que nos impide dar y  recibir amor.  Esta práctica se usa para  desarrollar un corazón pleno, fuerte, abierto y claro.  También provoca el alineamiento entre la  frecuencia de nuestras ondas cerebrales y los estímulos auditivos externos, y  esta armonización puede reequilibrar el sistema nervioso central.  
      Por eso los indígenas  danzaban tanto,  pues el ritmo es el alma  de la vida porque todo el universo gira a su alrededor, por eso cuando perdemos  el ritmo, perdemos la alegría y ahí es cuando tenemos problemas.  También porque facilita la aparición de  imágenes de contenido ritualista y ceremonial. 
       
      Meditación tumbada:  Esta postura, es la mas curativa que el cuerpo puede  asumir.  Pues la asocia con el descanso y  con el bienestar que procede del dar y recibir amor.  Ponemos al cuerpo en su “canoa del espíritu”.  . . . se abre a su guía interna y recibe la sanación.  Muchas sociedades chamánicas creen que  mientras estamos en nuestra canoa espiritual, el gran Espíritu, los antepasados  y los aliados ayudantes nos revelan lo que necesitamos en ese momento para  nuestra guía y sanación. 
      Según la tradición  chamánica, podemos visitar el mundo de arriba. . .  en el que encontramos lugares mágicos,  maestros importantes y experiencias que nos elevan y expanden. También viajamos al submundo, en el que los aliados ayudantes y los animales de poder nos  fortalecen para que podamos afrontar con coraje nuestros desafíos y el mundo  intermedio, es lo que llamamos la realidad: el mundo externo de la salud,  las finanzas, el trabajo, la creatividad y las relaciones.  Cuando realizamos un viaje de estos,  lleguemos al lugar que lleguemos, tengamos en cuenta que es el lugar  exacto  que necesitamos, para  convertirnos en nuestros propios sanadores y maestros.  Si no ocurre nada durante el viaje. . . es un  momento de espera e integración; literalmente, es el momento de no hacer nada. 
      En la práctica de la  meditación tumbada, honramos este tiempo a lo sagrado y nos dedicamos a  desarrollar el sanador interno.  Tumbados  en el suelo, con los ojos abiertos y suavemente enfocados en un punto  lejano.  Un brazo descansa en paralelo a  nuestro cuerpo y el otro doblado por el codo, con el antebrazo perpendicular al  suelo.  El antebrazo elevado nos impedirá  dormir; si ello ocurre, el brazo te despertará al caer al suelo o sobre tu  cuerpo. 
      Dentro de ésta postura, nos  conectamos con la energía curativa, nutricia, amorosa y reconfortante que  reside dentro nuestro y con la guía divina sanamos nuestras partes heridas.  También desarrollamos la autoestima y cuidamos de nosotros mismos, en la misma  forma que debemos cuidar a los demás. 
       
      El trabajo de acunamiento: dediquemos entre cinco y diez  minutos a honrar al gran ser que somos y a recordar la profunda interconexión  que sustenta y vincula a todos los seres.   Tumbados en el suelo colocamos la mano derecha sobre el corazón y la  izquierda sobre la derecha. - recordemos que las manos simbolizan la sanación  -  En esta postura reconoce los puntos  fuertes y talentosos, lo mejor de nuestro carácter, las contribuciones  efectuadas, el amor dado y recibido.   Identifica tu herida: esa historia personal vinculada con algún suceso  traumático, y ofrécela al cosmos, para que la trasmute. . . olvídate de ella. 
       
      Ocho principios sanadores universales:   los mas usados por la mayoría de las culturas, aseguran la salud y el  bienestar. Cuando no atendemos plenamente a estos principios nos  encontramos en el lado sombrío del arquetipo del sanador.  Estudiemos estos ocho puntos y evaluemos en  que casos descuidamos la salud. Siendo honestos con nosotros mismos,  equilibraremos nuestras energías y recuperaremos el sanador interno. 
    
      
        Favorece la salud 
          y el bienestar  | 
        No favorese la salud 
          y el bienestar  | 
       
     
     1.- Dieta equilibrada                                                         1.- Dieta desequilibrada. 
      2.- Ejercicio diario y semanal.                                         2.-  Falta de ejercicio. 
      3.- Tiempo para divertirse,                                               3.- Pérdida del humor 
      jugar y reir.                                                                       Y ausencia de  juego y diversión. 
      4.- Música, recitación                                                       4.- Ausencia de música, 
      y cantos.                                                                           Recitación y cantos. 
      5.- Amor, contacto físico.                                                 5.- Falta de amor, de contacto. 
      6.- Desarrollo de intereses                                               6.- Falta de intereses creativos 
      creativos. 
      7.- La naturaleza, la belleza y                                         7.-  Ausencia de contacto con la  
      los entornos sanadores.                                                   Naturaleza y entornos sanadores. 
      8.- La fé y el creer en lo                                                  8.-  Falta de fe y la negación de lo  
      sobrenatural                                                                      sobrenatural. 
Recordemos siempre que el amor es uno de los más claros ejemplos, del  doble instinto que nos hace cavar cada día, más profundo dentro  de nosotros mismos y, al mismo tiempo,  emerger de nosotros mismos para realizarnos   en el otro: muerte y re-creación.    
    
      
          
          Reconstrucción de una escena de recolección de  miel 
– Pintura sobre roca. Araña, España - | 
        Anoche cuando dormía, 
soñé, ¡bendita ilusión!, 
que una  colmena tenía 
dentro de mi corazón; 
y las doradas abejas, 
iban fabricando en él, 
con las amarguras viejas, 
blanca cera y dulce miel. 
                                     Antonio Machado  | 
       
     
    Enseñanzas  aprehendidas de la Obra  del  Prof.Dr.Guillermo Alfredo Terrera,  de la antropóloga Angeles  Arrien  y   prof. Antonio Serrano, entre otros. 
    Edith Moreno  
    e – mail  :   secretaria@portalhombrenuevo.com  |